La crisis de la mediana edad nos contrapone la cruda realidad a las fantasías que, años antes y siendo más jóvenes, imaginábamos que se concretarían cuando alcanzáramos esta etapa de nuestra vida. Pongamos el ejemplo de Isabel, que nos cuenta en la sesión de coaching que suponía que a los 40 años tendría una vida resuelta, una familia configurada y un trabajo estable. La verdad de su día a día es que habiendo cumplido 43 está divorciada, no tiene hijos y profesionalmente se siente estancada
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País
[fa type=»camera”] Autor de la imagen: Joe Gardner Follow | Unsplash