Adivina, adivinanza
Cuando la enfermera me llamó para darme el negativo de nuestra segunda Fecundación In Vitro (FIV), yo iba en el metro con una bolsa cargada de cerezas del Jerte, todo era primavera, todo estallaba afuera. Volvía de un seminario sobre Maternidad y Cine que impartía Laura Mulvey. Nos había puesto una de sus pelis, titulada La Esfinge. «La Esfinge permanece a las afueras de la ciudad, como los tanatorios, como todo lo que tiene que ver con la maternidad». Iba pensando en esa frase cuando llegó la ansiada llamada. «¿Silvia? Te llamo de la clínica. (Yo por la entonación ya sé que es no, de hecho lo sé desde hace días, no sé cómo, pero lo sé, que este embrión tampoco se ha amarrado). El resultado es negativo. Lo siento».
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