Si hasta hace poco, lo inconformista era que una mujer declarara su deseo de no tener hijos, su inexistente instinto maternal y su despreocupación por lo que marcara su reloj biológico; es muy probable que en un futuro muy próximo lo revolucionario, al menos en España, empiece a ser el polo opuesto: la que reivindica su opción a la maternidad deseada en un país en el que las mujeres, y como consecuencia inevitable también los hombres, retrasan cada vez más la intrépida decisión de reproducirse, cuando no la abortan en aras de la proyección profesional. El trabajo, “ese gas que se expande y que lo invade todo”, en palabras de Nuria Chinchilla, directora del Centro Internacional I-WILL (IESE- Women in Leadership) del IESE Bussiness School (Universidad de Navarra) y experta en conciliación. Esa utopía que en nuestro país funciona como La Santa Compaña de los gallegos, todos la han visto de lejos, pero ninguno ha ingresado nunca en ella.
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