Se prevé que este otoño el debate sobre los vientres de alquiler formará parte de la agenda política. Ya se escuchan voces argumentando a favor de esta práctica actualmente prohibida en España. Argumentos que se repiten en el tiempo y el espacio, algunos con una carga extra de misoginia absolutamente intolerable.
El último artículo que he leído defendiendo esta práctica, lo firman Mariano Beltrán y Eleonora Lamm. En él se habla de la necesidad de debate sobre una realidad que son los vientres de alquiler. Se ataca despectivamente a lo que llaman «algún feminismo», al que se acusa de oponerse a reconocer la autonomía de las mujeres occidentales, sin perder la ocasión de relacionarlo con un sector de la Iglesia católica.
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