Siempre me fascinó inventar historias y jugarlas cuando era niña, o leerlas, mucho más que los juguetes. Nunca hice demasiado caso a las cosas la verdad, algo que mi hija ha heredado. Y en torno a los catorce o quince años quedé fascinada por Tolkien, una lectura a la que siguieron otras vinculadas a la fantasía y la ciencia ficción: Ursula K. Leguin, la Dragonlance (que nunca me gustó demasiado), Jordan, Herbert, Lovecraft… Lecturas que son, con frecuencia, la puerta de entrada al rol para muchos jugadores.
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