Los datos reflejan lo que la ciudadanía percibe, que la conciliación sigue siendo una quimera. Que sí, que hay empresas que se lo han tomado en serio, principalmente las grandes, entre otras cuestiones porque entienden que un trabajador satisfecho es un empleado productivo. Pero, en las de menor tamaño en las que trabajan el grueso de los ciudadanos, la situación no ha mejorado, al menos lo que se pudiera esperar después de la entrada en vigor hace casi veinte años de la ley de conciliación de la vida familiar y laboral y de numerosos debates públicos a favor de facilitar la vida de los trabajadores. Hoy en día, los ciudadanos siguen pensando que sacar tiempo para uno mismo y para atender a la familia es una tarea complicada y agotadora que convierte los días en una carrera contra reloj.
Leer más [fa type=»long-arrow-right»]