Por cada mil españoles, se producen 2,2 rupturas cada año. Menos que en otros países europeos, como Portugal y Bélgica, pero más que Italia y Malta. «Estamos en la media de nuestro entorno», asevera Teresa Castro, demógrafa del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas), «aunque si se tuviera en cuenta el número de parejas de hecho que quiebran, el dato se dispararía». Según la investigadora, cada vez se rompen más uniones, aunque al no ser formales o estar registradas, no se contabilizan en informes, como el publicado ayer por el INE, referente a las nulidades, separaciones y divorcios registrado en 2016. Dicha estadística cifra en 101.294 las rupturas del año pasado, un 0,1%menos que en 2015. Por regiones, la Comunidad Valenciana y Cataluña encabezan las disoluciones matrimoniales, con una tasa de 2,5 por cada mil habitantes; frente a Castilla y León y Extremadura (con una tasa de 1,7 por mil, muy por debajo del promedio nacional).
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