«Educar a los niños sin gritos es posible». Muchas madres y padres se llevan las manos a la cabeza al escuchar esta afirmación y lo primero que se les pasa por la mente es un cierto sentimiento de culpabilidad al recordar las voces que dan a sus hijos y, en segundo lugar, les asalta con rapidez una cuestión: «pero eso, ¿cómo se consigue?».
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[fa type=»file-text»] Fuente: ABC