En la escuela de San Miguel de Valero, un pueblo salmantino de unos 350 habitantes, tenemos la certeza de que las clases empiezan a las 9.30. Lo que pasa a continuación, en parte, es una sorpresa.
Porque durante la primera media hora, mis 11 alumnos y alumnas, de edades entre los 3 y los 12 años, se sientan sobre unos cojines alrededor de una alfombra y nos contamos cosas.
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[fa type=»file-text»] Fuente: Verne