Con estas expresiones de alegría celebraban recientemente las madres del colegio religioso San Antonio de Padua de Argentina la expulsión de un menor con síndrome de Asperger de la clase donde estudian sus hijos. Llevaban meses presionando al centro para que le expulsaran, con la amenaza de no llevar “a los suyos” a clase. Y el colegio aceptó, cambiando de clase al niño.
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