Siempre he tenido una sana envidia por los afortunados que han conocido y tratado a sus cuatro abuelos. Yo –debido a la menor esperanza de vida en mis tiempos mozos– sólo conocí a mi abuela paterna y la disfruté plenamente. Tengo aún en mi memoria el recuerdo vivo de su genio y figura, de su fuerza al mandar, de su generosidad al premiar, y del equilibrio familiar que suponía su presencia. De ahí que haya valorado mucho y siempre el papel de los abuelos en nuestras vidas y ello porque al formar mi propia familia he tenido el privilegio de penetrar y gozar de los seis nietos que prolongarán nuestras vidas.
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[fa type=»file-text»] Fuente: ABC