En las paredes de las habitaciones de los adolescentes que ingresan en el centro de menores Recurra-Ginso, las fotos de sus padres están colgadas con un trozo de cinta tapando sus rostros. Uno de los ejercicios que realizan durante su estancia en el centro es escribir su biografía, los responsables recogen folios mojados. «Los chicos lloran porque quieren querer a sus padres, pero no saben cómo hacerlo», confiesa Javier Urra, psicólogo, escritor y forense en la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y Juzgado de Menores desde 1985.
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[fa type=»file-text»] Fuente: ABC
[fa type=»camera”] Autor de la imagen: Arne Hjorth Johansen | Flickr