En la actualidad, los adolescentes quedan posicionados en una situación de paridad con los adultos, aunque, paradójicamente, no terminan de despegarse de la dependencia parental. Por esta razón, disponen de ellos, de su tiempo, de sus recursos, de sus atenciones y, al mismo tiempo, se sienten frustrados y decepcionados cuando estos mismos adultos de los que dependen les muestran alguna desavenencia o reconvención, lo que genera un círculo vicioso en un conflicto que se retroalimenta.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País