Hace algunos años, las madres y amas de casa (era casi imposible ser una cosa sin ser la otra) poseían una serie de habilidades que hoy en día han perdido totalmente su valor. Por ejemplo, recuerdo que muchas familias de mi pueblo criaban pollos y conejos, y llegado el momento, las mujeres los mataban, desplumaban o despellejaban, los troceaban y cocinaban con ellos. No me imagino a mí misma, ni a casi nadie de mi generación, haciendo de matarife en su propia cocina. Como mucho, me atrevo a trocear un pollo.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País