No hay futuro sin una escuela pública de calidad, y el futuro de nuestra escuela está amenazado por una supuesta “racionalización” de sus horarios. Les pongo en antecedentes: buena parte de las escuelas públicas están adoptando la jornada continua, lo cual supone trasladar las clases de la tarde a la mañana, posponiendo la comida. Desde los tres años, los niños tienen una jornada intensiva de nueve a dos de la tarde con un descanso de 30 minutos. La jornada continua nació hace más de 30 años, no como una propuesta pedagógica radical, sino porque la falta de colegios obligó a tener varios turnos. Aunque finalmente el problema se resolvió, la jornada continua permaneció y desde entonces se va extendiendo a golpe de referéndum en las escuelas públicas del país.
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