Una de las pocas cosas buenas que ha tenido la crisis es que ha forzado a los jóvenes a permanecer en las aulas. Como no había trabajo fuera, no les ha quedado más remedio que seguir estudiando. Esto ha hecho posible que la tasa de abandono educativo temprano, que en 1992 era del 41%, ahora haya bajado hasta el 19%. Es una caída de un 50% en 24 años.
Pero el 19% es todavía un porcentaje muy elevado que duplica, de hecho, la tasa de la UE. Se traduce en 687.430 chicos y chicas de entre 18 y 24 años que abandonaron los estudios con una titulación inferior a la educación Secundaria postobligatoria; es decir, no tienen ni el Bachillerato ni una FP de Grado Medio.
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