«Los únicos que creían en esto eran aquellos que amaban los caballos. Hoy, 38 años después, me siento orgullosa. A la escuela se han acercado todo tipo de pacientes: con trastornos graves en su gran mayoría, pero en los últimos años también se han sumado pacientes que habían sufrido ACV, depresión, estrés; alumnos que al contactarse con el caballo descubren el poder sanador de este animal maravilloso», cuenta.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País
[fa type=»camera”] Autor de la imagen: Aardvark Ethel | Flickr