La inocencia es un don fugaz y menospreciado en demasiadas ocasiones. Al crecer se torna en rareza, cuando se tiene se ansía perder, pero cuando se pierde se añora y se recuerda con nostalgia. Hay veces, sin embargo, que este don es asesinado a una edad demasiado temprana. Se cercena de aquellos que deben gozarla sin límite con una perversión y con una maldad sin argumentos, sin perdón ni justificación, haciendo que ya no sean capaces de ver el mundo desde unos ojos envidiables. Hay niños y niñas que pierden el derecho de serlo sin elegirlo al convertirlos en víctimas de abusos y explotación contra los que asociaciones como Free a Girl luchan con impactantes campañas.
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