Alejandro era el típico empollón. Era uno de esos chavales que ya desde niños despuntan en clase y llevan cada trimestre a su casa unas notas repletas de matrículas de honor. Sus propios profesores alucinaban con sus altísimas capacidades intelectuales, tanto es así que comenzaron a preguntarse si aquel crío tímido y curioso no sería un superdotado.
Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
[fa type=»file-text»] Fuente: El Mundo
[fa type=»camera”] Autor de la imagen: hugrakka | Flickr