Fue la noticia del inicio de curso. Cantabria, con 318 centros de infantil a bachillerato, se sumó en septiembre al horario escolar mayoritario de Europa que incluye un periodo de vacaciones por cada dos meses de clase y se convirtió así en un laboratorio de prácticas que miran con atención el resto de comunidades. La iniciativa, que empezó con gran revuelo de las familias, acaba de pasar un primer examen que saca a relucir sus bondades, como que el cambio favorece el descanso de los alumnos, y también los puntos flacos. Los estudiantes han tenido demasiados deberes en sus semanas de descanso y una “sobrecarga” de exámenes antes y después de estos periodos. Y la conciliación también ha resultado complicada, ya que en la mayoría de los casos las familias no han disfrutado las mismas vacaciones que había en los colegios e institutos y no siempre han tenido una alternativa.
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