En el debate sobre el uso de las nuevas tecnologías por parte de la infancia y adolescencia siempre hay extremos. Están los apocalípticos, que las consideran el mal de este siglo, y están los integrados, que defienden sus virtudes sin reparar en los riesgos. El equidistante término medio ha sido el que ha prevalecido entre los diputados este lunes en el Congreso, durante unas jornadas en las que 40 alumnos de Primaria y otros tantos de la ESO han contado que usan las tabletas y los móviles para jugar al Pokemon Go o al Clash Royale, pero también para estudiar y trabajar con ellas en clase.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El Mundo