Hoy no es el día, sino el año de las madres. Hoy, además de las flores, los collares de macarrones, los perfumes de todo octanaje y los restaurantes a reventar de hijos festejando a las autoras de sus días, hay un inédito ruido de fondo alrededor de esta fiesta que unos celebran por gusto y otros porque lo dicen los grandes almacenes. El que ha provocado la salida, qué digo salida, la estampida del apolillado armario de los tópicos sobre la maternidad perfecta de un puñado de mujeres que se ha atrevido a gritar en libros y entrevistas por tele, prensa y wifi una obviedad que llevaba milenios sepultada bajo toneladas de almíbar, abnegación y entrega absoluta a las crías. La maternidad podrá no tener precio para algunas, pero desde luego, no es gratis para nadie. Y algunas no la quieren ni regalada.
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