Rubio, de ojos azules y californiano. Eso fue lo que nos dio por escoger, porque en Surrofair, la feria de los vientres de alquiler, celebrada en el hotel Weare Chamartín, los bebés van a la carta. Cada cual puede llegar, pedir, firmar, ponerse en la lista de espera y catorce meses después –si todo sale como se había planeado, y contando con los trámites previos al embarazo- nace un hijo con el color del pelo y los ojos deseados, de la raza que a uno se le antoje y criado por la persona que la propia pareja ha seleccionado y en el lugar que esta prefiera. Si los interesados también necesita óvulos, se pueden escoger las características de la donante. La gestación puede realizarse en Ucrania, en Estados Unidos y hasta en Canadá, entre otros países. Por 150.000 euros se consigue un bebé casi de laboratorio. La vida moderna diseña los vástagos al gusto personal del consumidor.
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