Después de muchos años atrapada en un matrimonio forzado y abusivo, Fraidy Reiss se enfrentó a una de las peores elecciones a la que puede someterse alguien: por un lado, quedarse con el único mundo que ella había conocido, el de su comunidad judía ultraortodoxa en Brooklyn, y con su familia, a la que adoraba; por otro, «mi libertad y mi seguridad. Elegí lo segundo. Nunca me arrepentí».
Reiss, de 42 años, habla por teléfono con ABC desde New Jersey, donde ahora se dedica en cuerpo y alma a «Unchained at Last» una organización de apoyo a las personas -casi en su totalidad mujeres- que viven experiencias trágicas similares a la suya. «Siempre digo que lo que hago es, en cierta manera, egoísta, porque me da muchas cosas», asegura sobre su trabajo. «Para mí es terapéutico ayudar a otras mujeres que están en la misma situación que yo sufrí. Yo no tenía a nadie a quien acudir y sé el terror que se siente cuando piensas en el futuro y te dices ‘es imposible que yo salga de esto por mí misma’».
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