La clase que aprendió el lenguaje de signos por su compañero Ílias

Imagine que sale a la calle y, allá donde vaya, se le entiende, sea su barrio o cualquier parte de la ciudad: las personas comprenden lo que quiere decir. Es decir, hablan su lenguaje. Parece obvio porque cada día cualquier persona habla, dialoga o se comunica con sus amigos, con su familia o con el que tiene al lado en el metro. Ahora imagine el silencio o, como mucho, una especie de tumulto o de ruido que apenas permite diferenciar lo que se escucha. ¿Entiende algo? Así es como se sienten miles de personas con discapacidad auditiva cuando salen a la calle: necesitan de la ayuda de los demás.

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[fa type=»file-text»]  Fuente: El Mundo

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