Muchas veces tengo la impresión de que nadie espera grandes hazañas de una madre. Se entiende que las madres hacen cosas de “marujas”: atender a los niños, limpiar la casa, cocinar o hacer la compra. Yo no debo tener muy claro los límites que se supone que tenemos, porque desde que soy mamá me he sorprendido viviendo situaciones en las que parecía estar rompiendo barreras socialmente impuestas para las de mi condición.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País