«No son militantes feministas. Son padres que han asumido el cambio de roles y cuidan a sus hijos. La mayoría lo hace por razones prácticas, para proteger el empleo de la madre, y no se les caen los anillos por quedarse solos con el bebé. Lo asumen como la mejor solución para el proyecto familiar. Sus motivaciones son instrumentales, una estrategia de consolidación de los ingresos de la unidad familiar, pero la experiencia les resulta revolucionaria, lo que más valoran es el vínculo establecido con sus hijos».
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