Ahora piensa en otros padres. Imagina el coraje del operario textil que con 36 años empezó a estudiar la carrera de Medicina para intentar descifrar la enfermedad rara de Mara. Imagina el coraje del agricultor que pagaba a los señores de la droga para que le ayudasen a sacar de la heroína a Laura. Imagina el coraje del maestro que corre maratones empujando la silla de ruedas de Pablo. Y el coraje del carpintero que fabrica ortopedias a la pequeña Rocío. Y el del monitor de reformatorio que ha acogido a 64 críos. Y el del consultor que donó un hígado a su hija para salvarle la vida.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El Mundo