Tiene cuatro años, todavía es una niña. Sus ojos destellan entusiasmo y curiosidad, su rostro se ilumina con la posibilidad de aprender y explorar el mundo, está ávida de absorber palabras, experiencias y emociones nuevas de aquellos que la rodean. Ella podrá convertirse un día en una líder visionaria, una científica innovadora, una artista genial, una madre amorosa o cualquier otro rol necesario para impulsar una sociedad prospera y dinámica.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País