Es habitual verles en las puertas de los colegios esperando a que salgan sus nietos para llevarles a casa. Ejercen de canguros, de profesores, hacen la compra e incluso cocinan y, en los últimos años, se han convertido también en el sostén de muchas familias, tanto a nivel económico como anímico, por la crisis. Y son los mejores transmisores de los valores y tradiciones familiares, además de ser capaces, con su presencia, de estrechar vínculos.
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[fa type=»file-text»] Fuente: La Razón