El machismo de toda la vida vuelve al discurso público y lo hace unas veces con disimulo, otras con el más osado descaro: sacando pecho y henchido de testosterona. El último ejemplo lo hemos tenido en el hemiciclo del Parlamento europeo, donde un rancio eurodiputado de pulcra pajarita ha sostenido sin pudor: “Por supuesto que las mujeres deben ganar menos que los hombres porque son más débiles, más pequeñas y menos inteligentes”. Después de haberle oído lo que le hemos oído a Donald Trump, eso ya no parece tan extemporáneo. Más bien parece un signo de los tiempos inquietantes que nos acechan.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País