Han transcurrido más de seis años desde que el hombre del que se había separado calcinase al hijo de ambos: un bebé de sólo 14 meses. Ese mismo día Margarita Dopico recibió una llamada en la que él le daba las gracias por haberle dado una vida. Fue al cuartel, “pedí a los agentes que me lo trajeran, que me lo estaban amenazando de muerte”. Tres horas después, su pequeño moría calcinado. Hoy pide que se escuche a las mujeres víctimas de la violencia de género. No quiere que ninguna otra mujer pase por lo que ella. El día de los hechos ni siquiera le dijeron que se tenía que tomar un medicamento para que le cortaran la leche.
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[fa type=»file-text»] Fuente: La Razón