Son las ocho de la mañana. El termómetro marca unos cuantos grados bajo cero. Aún alumbran las farolas. No se oye un alma. Hasta que irrumpe en el paisaje sonoro la primera mochila con ruedas que parece bajar por la calle Santa Cruz. Luego otro par que se aproxima por la calle San José. En unos minutos la plaza frente a la iglesia, donde hace parada el bus escolar, es una jauría de niños embutidos en abrigos gorros y bufandas. Están los hermanos Itxaso (14 años), Andoni (12) e Iñaki (8); Peio (6) y Belate (4); los gemelos Oier y Aritz (11); Adriana, a quien no parece gustarle el flash de la cámara y trata de salirse del encuadre; Izaro, que aún está en la guardería pero no quería perderse una foto histórica…
Leer más [fa type=»long-arrow-right»]