Sólo tiene siete años y una idea recurrente en su cabeza, una idea que la está consumiendo, hundiendo en un mar de angustia. Y con ella a toda la familia. Sólo tiene siete años y me pide desgarrada auxilio porque no quiere hacerlo, no quiere irse y no sabe si la próxima vez podrá volver a evitarlo. No puede soportar esta vida de sufrimiento…(…)Todo empieza hace un año, cuando mi hija, la segunda de cuatro hermanos, cursaba 2º de Primaria. Antes de navidades comienza con crisis de ansiedad: aprieta los labios, cierra los ojos y llora pidiendo ayuda. Aparentemente no hay un motivo para su sufrimiento. Su padre y yo lo achacamos a su excesiva sensibilidad, a su madurez precoz. Una psicóloga le diagnostica depresión con ideas persistentes de suicidio. La psicóloga ve conveniente alertar al colegio. Así lo hacemos.
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