Acaba de publicarse un libro, en el que tengo el honor de participar, titulado Los nativos digitales no existen, que defiende la idea de que “es un error considerar a estas generaciones -los nacidos a partir de mediados de los noventa- competentes en el uso de la tecnología por el mero hecho de haber nacido con ella”. Porque, “¿acaso por nacer en una familia que hable castellano dominamos el idioma?”.
Comparto la idea de que “considerar que estos jóvenes van a saber aprovechar el enorme potencial de estas tecnologías en su desarrollo como personas y en el progreso de nuestra sociedad de forma casi instintiva, sin que tengan el apoyo de la familia y sin que diseñemos y apliquemos planes educativos al respecto, resulta absurdo”. Y que, por lo tanto, más bien deberíamos hablar de “huérfanos digitales”.
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