Tres de la mañana. Llevas durmiendo un para de horas desde la última vez que acostaste al niño en su cuna. El pobre está con los dientes y puede que eso sea lo que le moleste. De nuevo un llanto, das un respingo en la cama y en medio segundo te plantas de nuevo frente a su cuna. Le coges, le abrazas y le vuelves a abrazar para calmarlo. Después de unos minutos vuelve a caer dormido. Lo depositas en su cuna, lo tapas y te quedas un rato a mirar si todo va bien. Respira (eso es bueno, pi …
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[fa type=»file-text»] Fuente: Europapress