El Gobierno quiere aumentar el tiempo que se dedica a la lectura en los centros educativos. Así lo manifestó Fernando Benzo, secretario de Estado de Cultura, hace apenas dos semanas, durante la presentación del informe «La lectura en España». En dicho estudio aparece un dato revelador, y triste: un 35% de los españoles nunca lee un libro. Se trata de un mal ejemplo para los niños, que deben adquirir en casa el hábito lector que, después, será reforzado en los colegios e institutos. En España, la Educación está transferida a las comunidades autónomas, lo que dibuja un escenario complejo en materia lectora. Ante la ausencia de un canon escolar de lecturas obligatorias (el departamento de Lengua y Literatura de cada centro decide las obras que deben leer los alumnos), son muchos los profesores que defienden la conveniencia de introducir, cada vez más, libros de literatura infantil y juvenil (LIJ) en los currículos, en detrimento de los clásicos. Es la mejor vía para fomentar la curiosidad de los jóvenes, alejándose de la imposición, que conduce al rechazo.
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