Un día, en medio de una discusión, Gabriel (nombre ficticio) le partió la nariz a su padre. ¿El motivo? Le había desconectado el rúter y le dejó sin internet. La violencia, al principio solo verbal, había ido en aumento desde que en casa se descubrió lo que hacía Gabriel: cada mañana, en lugar de ir a clase, se dirigía a la FNAC, un centro comercial en Madrid, para pasar horas jugando y probando de manera gratuita diferentes videojuegos. Cuando saltó la alerta en el colegio, los padres no supieron reaccionar bien y optaron por la vía del castigo severo. Tras varias discusiones subidas de tono y el mencionado episodio de violencia filioparental, al final todos acudieron a un profesional para abordar el tratamiento: no solo para Gabriel, sino para toda su familia.
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