El proyecto comenzó con una llamada telefónica hace siete años. Una mujer se puso en contacto con Ángel Mariscal, pidiéndole que adiestrara a su perro para que la protegiera de su maltratador. En principio, se negó. Aquello no tenía nada que ver con lo que hacían en su empresa, Security Dogs, adiestrando a canes para seguridad privada y otros eventos. Pero querían ayudarla. «Empezamos a trabajar en otra dirección, sin entrenar al perro el instinto de caza, ni en el de defensa, ni el de seguridad. Nos dimos cuenta de que todos tienen un instinto muy arraigado, el instinto de protección. Llevaba 25 años adiestrando y ni siquiera me había dado cuenta de que existía» reconoce.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País
[fa type=»camera»] Fuente de la imágen: Brendan Scherer