Han caminado desde hace más de 30 años y andado sobre trenes, carreteras y caminos, sin embargo, habían sido invisibles. O por lo menos, no habían recibido la atención que tienen ahora. La Caravana se ha convertido en una opción para llegar con vida e integridad a la frontera con Estados Unidos (hace dos días sabemos de la partida de una segunda). Estos movimientos y sus características han despertado el interés mediático dada la cantidad de gente que se moviliza al mismo tiempo, pero es la atención de los defensores de los DDHH, las ONG´s y la manera en la que el símbolo de personas queriendo cruzar una frontera (convertido en “muchedumbre”) grita que la situación en origen ya cambió de un estado de urgencia a uno aún mayor, el insostenible.
Salieron el sábado 13 de octubre de San Pedro Sula. Durante los últimos años, una cantidad de personas procedentes no solamente de Honduras, sino también de El Salvador y Guatemala han atravesado México para llegar a Estados Unidos como destino final. A todos los identificó algo común y es el huir de la violencia, la amenaza constante, la pobreza y, sobre todo, la falta del cumplimiento de un Estado de Derecho por parte de los gobiernos instalados en los 70´s. Ninguno ha cumplido, sino todo lo contrario, se han ido perpetuando en el poder y no han dado paso al surgimiento de una política de Estado y lo más importante, de un Estado de Derecho y Justicia.