Vivimos en las sociedades occidentales un serio debate sobre la diversidad y la cohesión social. En numerosos contextos se plantea la cuestión: ¿Podremos vivir juntos? Una disyuntiva que nos introduce en el diálogo sobre la integración y la cohesión social.
Formamos parte de sociedades diversas donde la migración se ha convertido en la cara más humana de la globalización. La diversidad -que ha enriquecido a lo largo de la historia de la humanidad a las sociedades más plurales-, está llegando a ser en muchos casos en un arma arrojadiza, abanderada del miedo y de la violencia, sobre los que se asientan la creación de muros y de proteccionismos, y donde las políticas proactivas sobre integración han pasado a un segundo plano.
Uno de los elementos que muchos observamos con preocupación es el progresivo envejecimiento y las bajas tasas de natalidad de nuestras sociedades occidentales. Un estudio reciente de la OCDE –Pensions at Glance 2017-, plantea que en el año 2050, España tendrá 76 personas mayores de 65 años por cada 100 entre 20 y 65 años. De esta investigación se desprende que España será después de Japón el país con la ratio más alta de los países de la OCDE. El estudio reconoce que esto supondrá un desafío “sobre la sostenibilidad financiera y la adecuación de los ingresos de los sistemas de pensiones”.