Para mí, la expresión de “el tiempo vuela” no deja de ganar sentido. Estos últimos 8 meses han pasado tan rápido que antes de sentarme a escribir este post no me había dado cuenta de la montaña rusa que han sido.
Los primeros meses de la beca estuvieron marcados por la novedad: Absorber en mi cabeza todo el entramado del SJM, los diferentes tipos de agentes que conforman esta amplia red y empezar a introducirme poco a poco en las dinámicas diarias para ser más autosuficiente (aquí tengo que agradecer al equipo de proyectos por la paciencia con la que respondían a cada una de mis miles de preguntas y pedir perdón por los pequeños fallos que cometí). Tengo que reconocer que, aunque no era mi primera experiencia profesional, darme cuenta de que aún tenía que saber plasmar conocimientos teóricos y ver lo diferente que es al trabajo de campo que yo había estado haciendo me ha obligado a mejorar la gestión de las expectativas (que no es lo mismo que a resignarme) y a dejarme guiar en esta experiencia.
Los siguientes meses han sido de aprendizaje, tanto técnico como personal. Una vez he entendido las necesidades de las entidades a las que acompañamos, he podido desarrollar herramientas que hagan nuestro trabajo más fácil y ordenado para que el día a día se pueda dedicar a la labor que realiza el SJM: Servir, proteger y defender, como reza el lema de la organización. Como hablaba en mi anterior post, la mayoría de las personas que nos dedicamos a la cooperación queremos estar en terreno, sin embargo gracias a esta experiencia he podido poner en valor la actividad de las oficinas centrales y ver todo el trabajo que hay de fondo que, incluso para mí, suele pasar desapercibido.
No podría terminar este post sin agradecer esta oportunidad a todas las personas que la han hecho posible: En primer lugar a la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos por ayudarnos a empezar en este sector en el que a veces es complicado conseguir esa primera oportunidad que te impulse a hacerte un camino, a toda la gente que conforma la red del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) por toda la paciencia y los consejos, en especial al equipo de la Oficina Técnica: Gracias por el cariño, por todas las lecciones aprendidas que me llevo y por el ejemplo de cómo ser un gran profesional que cree en lo que hace. Por último, esta ronda de agradecimientos no estaría completa sin mencionar a todas las personas que se han visto obligadas a migrar y a las que hemos podido acompañar, gracias por compartir vuestras historias y por hacer que todo el trabajo valga la pena.
Esto no es un adiós sino un hasta luego, ¡Seguimos trabajando!