Un mes y una semana es lo que aproximadamente llevo viviendo en Nador. Sin embargo, la ciudad y el trabajo me han absorbido tanto que siento que llevo aquí toda la vida.
Nador es como vivir en dos mundos: tienes esa parte de la naturaleza, aguas cristalinas, montañas espectaculares y atardeceres de ensueño; por otro lado te encuentras con injusticias que cuesta trabajo comprender.
El otro día leí una frase que decía que 14 km separaban los sueños de las oportunidades y ahora soy consciente de ello. Ahora estoy entendiendo la situación que se vive al otro lado de la valla, las razones que les llevan a navegar y poner en riesgo sus vidas.
Actualmente trabajo como asistente técnico de proyectos en el departamento de Gestión y Administración de la Delegación Diocesana de Migraciones en Nador, junto a Entreculturas, en un proyecto de la Unión Europa. Mi función es realizar los informes técnicos y coordinarme con el resto de equipos para que toda la información pertinente esté bien organizada y sea coherente con las líneas directrices del proyecto. Pero no puedo resumir mi trabajo en solo eso: realizo viajes de trabajo, participo en todas las reuniones de equipo a nivel local y con el resto de delegaciones y lo más importante, puedo conocer a los beneficiarios y hablar con ellos. Esta es la parte que más disfruto.
Día tras día noto que crezco y evoluciono, estoy aprendiendo más de lo que esperaba tanto a nivel laboral como personal. Me enriquezco de esta multiculturalidad a través de la gastronomía africana, aprendiendo lenguas de las que ni siquiera sabía de su existencia, bailes tradicionales, etc.
Tal vez como mejor puedo resumir este primer mes es con una frase que mi familia siempre me dice cuando hacemos videollamada: “¡Qué feliz estás!” y ya sabéis lo que dicen, nadie te conoce mejor que la familia.
Resu Vicente trabaja actualmente con el programa de Prácticas en terreno de la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos de la Universidad Pontificia Comillas