Comenzando en el SJM. Por Elena Martínez

El año pasado tuve la suerte de poder hacer el Máster Universitario en Cooperación Internacional al Desarrollo (MUCID), en un año marcado por el cambio constante de la situación sanitaria y por la incertidumbre. Esta incertidumbre se aumentó con el final del curso, las preguntas sobre mi futuro me daban vueltas casi diariamente, ¿Qué voy a hacer el año que viene? ¿Conseguiré una oportunidad en el mundo de la cooperación o tendré que buscar fuera de mi ámbito? Preguntas comunes a todos los jóvenes que se lanzan al mercado laboral.

Cuando desde la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos nos presentaron los programas de prácticas en terreno no me lo pensé dos veces y decidí presentar mi candidatura: Era una oportunidad de empezar, y no podía ser de otra manera que con el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM). En clase ya conocíamos su labor, habían venido desde su organización hermana Jesuit Refugee Service (JRS) a impartir varias clases y a mí me encantaba su misión, por lo que cuando fui seleccionada para pasar un año en su Oficina Técnica en Madrid no cabía de felicidad.

 

Durante el verano estuve de la mano de  Comillas Solidaria como voluntaria en Bosnia-Hezergovina, trabajando diariamente en el terreno y viviendo en primera persona lo que es el trabajo humanitario de cooperación. Ahí aprendí una gran lección: Es muy emocionante la actividad que ahí se realiza, pero es igual de grande el compromiso que requiere estar donde más se necesita. Un profesor nos regaló en el Máster una idea ‘’ trabajad siempre pensando para quién lo estáis haciendo: No son las organizaciones sino las personas’’.  Esas personas se merecen gente ilusionada pero también con conocimientos técnicos.

 

Después de esa experiencia, voy al SJM con más ganas que nunca para conseguir perfeccionar todo lo que aprendí durante mi paso por el Máster, conseguir perfeccionar y mejorar las acciones. Solo un mes después de mi llegada ya he aprendido lo importante que es el trabajo en sede, poner los cimientos para que la intervención en terreno sea tan de ayuda como sea posible y diré que no es una tarea fácil. Nosotros somos el intermediario que tiene que saber desde contabilidad a logística, poder guiar desde la distancia, pero entendiendo que la situación que se ve en sede puede diferir a la realidad en el campo, y tenemos que cumplir expectativas de donantes ya que sin su ayuda no sería posible.

 

Aún sigo ‘’aterrizando’’ dentro de la labor del SJM y de todas las entidades que estos acompañan, pero ya puedo decir que me espera un año de aprender infinidad de cosas (cada día me acuesto sabiendo algo nuevo) y que no podría estar en un mejor equipo para ello.

 

¡Seguimos trabajando!

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