Extraños llamando a la puerta: Nadie os ha invitado a venir. Por Aurora Cañadas.

 

Extraños llamando a la puerta [1] es el título que, tan acertadamente, le puso el ya fallecido Zigmunt Bauman a su último ensayo. En este breve libro Bauman analiza las raíces de los miedos e inseguridades que, para la sociedad en general, generan la llegada de estos extraños. Nos habla de una globalización de la indiferencia, haciendo referencia a las palabras del Papa Francisco, en su visita a Lampedusa de 2013, de un aumento irracional del pánico moral, entendido como esa sensación de un mal que amenaza nuestra sociedad o de los peligros que supone la entrada en la arena política de esos hombres y mujeres fuertes, sus muros y vallas y sus discursos de odio, racismo y xenofobia, que no hacen más que incrementar el rechazo a esos extraños,  aumentando las distancias entre <<nosotros>> y <<ellos>>. Con esta última obra, el sociólogo polaco nos hace enfrentar la incómoda realidad que en 2015 supuso, para todos, gobiernos y sociedades occidentales, hacer frente a lo que se denominó <<crisis de los refugiados>>.

Recordemos que durante 2015 llegaron a Europa, a través del Mar Mediterráneo, más de un millón de personas procedentes, sobre todo, de Siria, Irak y Afganistán. Casi cuatro mil personas, murieron en el intento. Imágenes, ya olvidadas, como las de Aylan en las costas de Grecia han dejado de ser noticia y es que, como dice Bauman al principio de su libro, el destino de las grandes conmociones es terminar convertidas en la rutina de la normalidad. Esta normalidad que, cinco años después, nos hace obviar que más de 100.000 refugiados continúan en las islas griegas viviendo en campos de concentración, que en lo que llevamos de 2020 han muerto en el Mar Mediterráneo casi mil personas o que 3,4 millones de refugiados sirios son utilizados como carne de cañón frente al chantaje de Turquía a la Unión Europea.

Refugiados e inmigrantes se han convertido en un arma arrojadiza- una patata caliente dice Bauman – que se lanzan entre los diferentes estados de la Unión Europea en busca de un responsable. Entre tanto ganan terreno los discursos enraizados en un nacionalismo metodológico cada vez más difícil de obviar. Esa sensación inducida de amenaza, inseguridad e incertidumbre que la llegada del extraño supone para nuestro modo de vida y que parece justificar ese proceso de securitización, el aumento de los controles fronterizos, las deportaciones y las devoluciones en caliente para que la llegada masiva de foráneos no suponga una amenaza a nuestro bienestar.

Con esa globalización de la indiferencia que mencionaba más arriba vemos como hoy, en plena pandemia global, arde el campo de refugiados de Moria, que albergaba a casi 13.000 personas, o como, durante el rescate de una patera, una mujer grita desesperada buscando a su bebé. Y escuchamos sin alterarnos como los 7.000 inmigrantes que se encuentran hacinados en el muelle de Arguineguín son calificados como retornables o expulsables a sus países de origen.

[1] Declaraciones del presidente checo Milos Zeman en 2013: <https://news.yahoo.com/economic-migrants-children-human-shields-czech-leader-154015439.html>

 

Aurora Cañadas es investigadora en formación dentro de la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos del IUEM. 

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