¡Hola!
Sentí la necesidad de despertar, creo que todos la tenemos en algún momento, tras un año dedicada al mundo laboral del Derecho, y en medio de una pandemia mundial, apliqué para la Beca de la Cátedra de Refugiados del Instituto de Migraciones en el Servicio Jesuita para Refugiados de Atenas con la ilusión de retomar mi verdadera vocación, la cooperación en terreno.
No sólo deseaba completar mi formación en marco de la cooperación internacional, sino que aspiraba a dedicar todas mis habilidades adquiridas hasta el momento en una Institución tan reconocida y respetada como es el SJR. Movida por mi pasión de trabajar al servicio personas, con mucha ilusión de contribuir a construir esperanza en entornos más complejos, y con las ganas de trabajar para el restablecimiento de la dignidad humana, decidí probar suerte y darme la oportunidad apostar por lo que verdaderamente deseaba. Necesitamos una mayor cohesión social e institucional para llegar a un gran cambio conjunto para mejorar la vida de personas, gracias al Máster de Cooperación Internacional, hoy puedo decir que formo parte del equipo de SJR de Atenas, que soy parte en el cambio. Sabía que, Grecia jugaba un papel determinante en la acogida de personas que llegan por mar, tierra y aire a las fronteras de Europa, por lo que me sentí realmente afortunada cuando me seleccionaron para este puesto, pues podría trabajar con solicitantes de asilo y refugiados en primera línea. Si algo me enseñó mi experiencia como voluntaria en terreno en Camboya es la importancia de escuchar y estar presente, de manera que, ¿Qué mejor lugar que Grecia para poder acompañar a las personas su camino de integración en Europa?
Otra de las razones que me impulsó a viajar a Grecia, era que había cursado mis estudios Derecho en la Escuela de Derecho de la Universidad Aristóteles de Tesalónica (al norte de Grecia). Este año marcó mi vida, estábamos en pleno 2015 y pude asistir como voluntaria al campo de refugiados de Idomeni donde descubrí mi pasión y definí mi vocación, desde entonces supe que debía enfocar mi camino a la defensa de los derechos humanos en las fronteras. La falta de información, las condiciones de vida que tenían las familias en la frontera, me hizo reflexionar sobre lo mucho que debemos mejorar como ciudadanos europeos, y siempre soñaba con poder volver a la tierra que tanto me ha inspirado para devolverles un poquito de todo aquello que me dieron. Y, es aquí donde encuentro el mayor de mis desafíos, pues supone un gran trabajo personal tener que adaptar los recuerdos vividos en un lugar a su nueva y compleja realidad.
Junto con a este reto personal, en el ámbito laboral, el incendio del pasado septiembre en el campo de refugiados de Moria (situado en la isla de Lesbos) ha definido la nueva agenda de “Advocacy” de JRS en Grecia, lo que supone un gran reto para nuestro equipo. Abogar por la mejora de las condiciones de los campamentos en las islas de Grecia, se ha convertido en los últimos años en prioridad para las organizaciones civiles de Grecia, intentar dar voz a las personas ante las instituciones gubernamentales no es tarea fácil, así que nos toca armarnos de paciencia y comprender que el mundo no puede ser cambiado en un día. Así, mientras que estamos intentando crear incidencia para una reforma significativa de la política de Asilo y Migración que ayude a mejorar las condiciones de vida de las personas, seguimos día tras día trabajando con las familias que llegan a Atenas desde las islas griegas. Aquí encontramos otro pequeño desafío, el idioma. Muchas familias acuden a nuestros centros para poder cubrir sus necesidades básicas, mujeres que desean tomar una ducha caliente en nuestro Centro de Día para Mujeres, o niños y niñas que vienen entusiasmados a sus clases de griego, inglés o música en el Centro Padre Arrupe, la mayoría de personas vienen de Afganistán, por lo que en un principio resulta complicado entender con exactitud cuál es su situación y que tipo de ayuda precisan, por ello y gracias a la ayuda nuestra interprete de farsi, estamos aprendiendo la lengua para intentar que no se pierda ningún detalle en la cadena de comunicación y tratar la necesidad de la persona con el mayor respeto y cariño posible. A todo esto, sin duda, las limitaciones a las que nuestros proyectos se ven afectados por el Covid-19, intentando abarcar al mayor número de personas, teniendo en cuenta la seguridad y la salud de todos y todas las personas intervinientes.
Con todo ello, estoy feliz. Son muchos los desafíos a los que me enfrento, pero me siento agradecida de poner vivir y contaros todo lo que estoy viviendo desde aquí, ¡pues significa que seguimos trabajando duro para poder lograr el respeto y la comprensión que todos y todas merecemos! ¡Nos vemos pronto!
Raquel Verdasco es parte de las experiencias en terreno de la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos del IUEM.