Una de las funciones principales del Observatorio Español del Racismo y Xenofobia (OBERAXE) es la recopilación y análisis de información sobre racismo y xenofobia para el conocimiento de la situación y de sus perspectivas de evolución. Desde 2007, el CIS, comisionado por la SGIE a través de OBERAXE, realiza el trabajo de campo y grabación de una encuesta monográfica sobre actitudes hacia la inmigración de ámbito nacional y periodicidad anual. OBERAXE recopila información sobre la situación del racismo y la xenofobia, así como evalua su evolución en tiempo, permitiéndole desplegar su labor de seguimiento, vigilancia y anticipación respecto a actitudes y percepciones alejadas de la tolerancia.
Según datos del Padrón municipal de habitantes, en 1998 había en España aproximadamente 637.000 ciudadanos de nacionalidad extranjera, lo cual representaba el 1,6% del total de la población. El total de personas inscritas en España a 1 de enero de 2019 es de 47.007.367 habitantes. De este total, 5.025.264 tienen nacionalidad extranjera (el 10,7%). La presencia de extranjeros, unida a cuestiones como los ataques terroristas que han venido golpeando a Europa desde 2004, la crisis económica y otros sucesos relativamente recientes como la crisis de los refugiados, han ocasionado un reverdecer de actitudes racistas y xenófobas escenificadas en la proliferación de partidos extremistas. El motivo del apoyo a este tipo de formaciones se explica en buena parte por su adaptación a las nuevas preocupaciones ciudadanas. El discurso de estos partidos, de corte populista, esgrime los fantasmas de la inmigración y el multiculturalismo, la inseguridad ciudadana, el paro, la pérdida de soberanía ante organismos supranacionales y la desilusión por los partidos tradicionales.
Una de las funciones principales del Observatorio Español del Racismo y Xenofobia (OBERAXE) es la recopilación y análisis de información sobre racismo y xenofobia para el conocimiento de la situación y de sus perspectivas de evolución. OBERAXE está adscrito a la Secretaría General de Inmigración y Emigración (SGIE), perteneciente al Ministerio de Empleo y Seguridad Social, y sus funciones están enmarcadas en la “Estrategia integral contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y otras formas conexas de intolerancia”. Desde 2007, el CIS, comisionado por la SGIE a través de OBERAXE, realiza el trabajo de campo y grabación de una encuesta monográfica sobre actitudes hacia la inmigración de ámbito nacional y periodicidad anual. OBERAXE recopila información sobre la situación del racismo y la xenofobia, así como evalúa su evolución en tiempo, permitiéndole desplegar su labor de seguimiento, vigilancia y anticipación respecto a actitudes y percepciones alejadas de la tolerancia.
Esta encuesta está dirigida a la población de nacionalidad española con 18 y más años, residentes en el país. Las respuestas al cuestionario recogen actitudes y percepciones sobre la inmigración. En los últimos años, el análisis de la encuesta se ha realizado desde una triple perspectiva: univariable mostrando las tendencias en los indicadores de racismo y xenofobia desde 2007; bivariable, examinando los principales indicadores de la cohesión social en función de las actitudes y prejuicios; y multivariable, extrayendo las dimensiones más relevantes del racismo y la xenofobia y elaborando una tipología de perfiles de los españoles ante éstas.
Cabe destacar que el Eurobarómetro revela que la actitud de los españoles respecto a la inmigración continúa siendo una actitud acogedora tanto con los extranjeros comunitarios como con los no comunitarios, y los españoles parecen ser más hospitalarios y acogedores que sus socios europeos. Este hecho es singular dado que en el contexto internacional las posiciones británica y estadounidense parecían mostrarse partidarias de defender su concepto de “identidad nacional” y valores tradicionales frente al multiculturalismo y la inmigración. No obstante, y de manera objetiva, la crisis económica ha incrementado la sensación de competencia percibida por los autóctonos. Esta rivalidad aflora tanto en el acceso al mercado de trabajo, como en la percepción de prestaciones del estado del bienestar (sanidad y educación universales y se da en los grupos más vulnerables por ser aquellos que compiten más directamente por el recurso escaso. Por este motivo, el nivel educativo unido a la situación económica desahogada son determinantes de la tolerancia.
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