La Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos del Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones (IUEM) de la Universidad Comillas con el apoyo de INDITEX
El programa está dirigido a alumnos del Máster Universitario en Cooperación Internacional al Desarrollo y del Máster Universitario en Migraciones Internacionales del IUEM. María Olivera esta en terreno en Congo. Nos comparte su experiencia ¡No te lo pierdas!
El 2 de octubre hará seis meses que puse un pie en este maravilloso lugar. JRS Grandes Lagos y su base de Goma han sido y son mi casa durante este año de prácticas como asistente de programas regional.
Goma, la capital de la provincia de Kivu Norte en República Democrática del Congo, es una ciudad de contrastes, es una ciudad gris que en sí misma no aparenta gran cosa, pero que si giras la vista 360º te maravilla hasta parecerte el lugar más especial del mundo. Pocas son las calles desde las que no se ve el volcán Nyiragongo del Parque Nacional de Virunga, pocos los lugares al borde del lago Kivu desde los que no se puedan ver las puestas de sol más espectaculares del planeta. Fácil no es la palabra que utilizaría para describir la vida de aquí, pero sí lo es apasionante. Las horas de seguridad con sus toques de queda, los barrios calientes en los que no me dejan poner el pie, y los precios astronómicos de los restaurantes de expatriados no me facilitan la vida, pero sí lo hacen la oferta cultural de algunos lugares de la ciudad y la libertad de movimiento que hay al otro lado de la Grande Barrière, en Ruanda. Si algo define Goma para mí es la expresión “un mundo de posibilidades” a la que sumaría el cambiante contexto con un fuerte componente político, más ahora que parece que se acercan elecciones, y un entorno apasionante en el que los amantes de la geopolítica, y los amateurs como yo, nos las gozamos intentando comprender el embrollo que existe en esta zona del mundo.
En cuanto al trabajo en sí mismo, no puedo decir otra cosa salvo que me agota y me encanta a partes iguales. Hace mucho que no experimento la sensación de haber terminado todo el trabajo y que ya no tengo más tareas pendientes en mi lista, pero reconozco que he aprendido a descansar y disfrutar de los fines de semana como si esa lista no existiera por unos días. Lo que más me gusta del trabajo sin duda es trabajar en equipo y el terreno, al que tengo la oportunidad de ir más de lo que hubiera imaginado en un principio, y ciertos proyectos a los que le tengo un cariño especial, posiblemente heredado de mi superior y mentora de JRS GL, de Congo y de la vida en general. Una de las mejores cosas que me ha dado JRS GL es la oportunidad de trabajar con gente que me inspira en el trabajo y en la vida, como ella.
Las visitas a terreno a veces son complicadas, y se me hacen cuesta arriba. Visitar familias en campos de desplazamiento, que llevan allí 20 años, que saben que les quedan mínimo otros 20, y que en general no tienen esperanza ninguna de mejora, es descorazonador. Pero no he experimentado mejor sensación que la de sentarme con el Comité del campo, saludarles en swahili siguiendo las normas de protocolo que me ha explicado mi compi Charles en el coche de camino, y ver cómo se les ilumina la sonrisa un poquito. No hay nada mejor que visitar la prisión de menores de Goma, donde desarrollamos un proyecto de rehabilitación, manutención y educación, y que los chavales demuestren tanto interés por aprender y por mejorar su situación. Nada como decir en la calle que trabajo para JRS y que todos los gomatracianos conozcan la organización y el trabajo que hacemos, haciéndome llevar el logo de la organización con cierto orgullo.
El balance de estos seis meses es más que positivo, y no puedo sino sentirme agradecida cada día por la oportunidad de poder vivir esta experiencia, de la que tanto estoy aprendiendo y con la que hace un par de años sólo hubiera podido soñar. Aunque me quedan cinco meses todavía, ya empiezo a jugar con la idea de quedarme, ya que creo que me faltan muchas cosas aún por descubrir en este maravilloso lugar.