Soy Chema de nuevo, actual becario de Jesuit Refugee Service Grecia (JRS Grecia), y en esta última entrada de blog hablaré en mayor profundidad sobre mis aprendizajes a través de la experiencia directa del trabajo en terreno. La ciudad de Atenas, con su rica historia, su difícil presente y su energía única se ha convertido en el escenario de una experiencia inolvidable, que me ha permitido desarrollar mis habilidades profesionales, pero también poner a prueba mis aptitudes personales.
Desde la distancia segura que ofrece la observación e investigación del fenómeno migratorio a través de fuentes exclusivamente secundarias, es fácil ver tan solo números, gráficos y estadísticas (cosa que, a fuerza de costumbre, a mí me ha pasado), y olvidar que cada uno de los componentes de ese amasijo cuantitativo es una persona, con su propia historia, esperanzas, anhelos y temores. La experiencia en terreno te muestra una realidad completamente diferente a la deshumanización cuantitativa a la que nos vemos expuestos a través de las noticias: la experiencia de la búsqueda de refugio y asilo es tan diversa como cada una de las personas que componen y participan en este fenómeno.
No existen categorías rígidas escritas en piedra, y cada viaje que compone esta experiencia tiene detrás un complejo entramado de vivencias, compromisos y relaciones personales que determinan qué ha vivido y vivirá cada una de esas personas que se han visto forzadas a la búsqueda de un espacio seguro fuera de su país de nacimiento. La experiencia en terreno te acerca a esas personas, te pone frente a ellas para trabajar con ellas y, más importante, junto a ellas. La experiencia en terreno te coloca en frente de padres, madres, hermanos, hermanas, hijos e hijas que, solos o acompañados, a pie o en barco, han cruzado las líneas de las fronteras, en última instancia imaginarias, en busca de nuevas geografías con la esperanza de estas ofrezcan mejores fortunas.
Una de las expresiones más interesantes de la diversidad humana de esta experiencia es, como no, la miríada de lenguas que se manejan en el día a día. Los cinco proyectos de JRS Grecia acogen a más de cuarenta nacionalidades, dando lugar a una torre de Babel donde el farsi, el francés, el inglés, el árabe, el español, el griego y los gestos universales tienen cabida como forma de comunicación, a veces incluso dentro de la misma conversación. La atención a los beneficiarios puede discurrir en francés roto para pasar inmediatamente al inglés y una despedida en árabe. Pero esta diversidad de lenguas no se da tan sólo en los proyectos, sino también en la propia comunidad. En la comunidad de JRS Grecia convivimos personas de nacionalidad americana, alemana, francesa, española, polaca, belga, griega y coreana. Al igual que en los proyectos, la vida en comunidad, las comidas, las charlas de oficina y las cervezas de los fines de semana discurren en varias lenguas a la vez, ofreciendo una experiencia rica que te obliga a perder la vergüenza y chapurrear los idiomas que tienes a mano hasta que, eventualmente, aprendes a hablarlos. En este sentido, he de agradecer profundamente a JRS Grecia por poner a disposición de voluntarios y becarios clases gratuitas de griego, lengua de la que me he enamorado y que me ha permitido integrarme en la que, durante 9 meses, ha sido mi sociedad de acogida.
Más allá de mi experiencia como profesional en terreno, y al hilo de mi (lento) aprendizaje de griego, es de justicia agradecer a la Cátedra haberme dado la oportunidad de conocer Grecia. Aunque es cierto que, al final del día, España, Italia y Grecia son hermanas, Atenas, y Grecia y sus gentes en su conjunto, ofrecen un mosaico cultural riquísimo y único, lleno de matices que merece la pena explorar. La cultura griega contemporánea no se da por hecha para los “turistas” y requiere de una exploración activa de la misma, ofreciendo una experiencia extremadamente interesante y gratificante.
Finalmente, quisiera acabar esta última entrada de blog agradeciendo de nuevo a la Cátedra por haberme ofrecido esta oportunidad tan esencial en mi desarrollo profesional, pero también humano, y, por supuesto a los lectores de este blog por haberme acompañado hasta aquí.
¡Tá léme!
José María Tomás Ponce es contrato en Prácticas en Grecia JRS de la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos