Por: Leiza Brumat, becaria de Doctorado de la Universidad Argentina de la Empresa – Consejo Nacional de la Investigaciones Científicas y Técnicas
Argentina es uno de los tres países que cuenta con el mayor “coeficiente de elegibilidad” (junto con Suecia y Canadá), por su alta tasa de aceptación de solicitudes. Desde 2010, ha recibido alrededor de 230 refugiados sirios. En Brasil hay 2097 (otorgó más de 8000 visados, pero muchas personas aún no se trasladaron al país), lo que lo convierte en el principal receptor de estos refugiados en América Latina.
Dicha receptividad es resultado de los programas especiales de visado implementados por estos países ante la crisis humanitaria en Siria, y son producto del desarrollo de políticas de inmigración y asilo en las últimas décadas.
Las migraciones tienen una gran importancia para la identidad e historia de Argentina y Brasil. Sus Constituciones Nacionales consagran la igualdad entre nacionales y extranjeros (con excepción de los derechos políticos). Los dos han ratificado y dado rango constitucional a casi todos los tratados de DDHH de Naciones Unidas.
Argentina posee un organismo dedicado los refugiados desde 1985, reemplazado por el Consejo Nacional para Refugiados (Conare) en 2006. Brasil tiene también su Conare, desde 1997. Ambos países son miembros del Comité Ejecutivo de ACNUR, han ratificado la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su Protocolo Adicional de 1967, así como de la Declaración de Cartagena de 1984, que amplía las convenciones de Naciones Unidas. También tienen leyes que regulan la materia (ley 26.165 en Argentina y ley 9.474 en Brasil) y que incluso amplían el concepto y los derechos de los refugiados y sus familias. Según estas leyes, los refugiados poseen los mismos derechos que nacionales. Al cabo de un determinado tiempo de residencia en el país (5-6 años), pueden solicitar la residencia permanente y luego, la ciudadanía, elementos centrales para su integración social.
Los programas especiales para Siria se fundamentan en “razones humanitarias” y en los lazos históricos que los unen al país árabe: ambos países albergan importantes comunidades de sirios (o descendientes). Las normativas (Disposición de la DNM n°3915 de 2014 en Argentina y Resolución de la Conare n°17 de 2013 en Brasil) establecen que los ciudadanos de nacionalidad siria, así como palestinos residentes en Siria (Brasil lo extiende a “otras minorías”, como los kurdos), podrán pedir una visa en alguna sede consular de los respectivos países, en países cercanos a Siria (Argentina, en 2015, lo extendió a cualquier consulado argentino del mundo). Los dos países requieren documentos válidos de viaje y certificado de carencia de antecedentes penales. En caso de no poder obtenerlos, se prevén excepciones y facilidades (como documentos expedidos por Cruz Roja, o certificados de Interpol). Argentina también pide una carta de invitación de un “llamante”, que explicite su intención de brindar asistencia y manutención a los refugiados (hasta 2015 también pedía acreditación de lazos de parentesco con un argentino o residente), Brasil, sólo en caso de ser posible, un contacto que resida allí. En los consulados argentinos se expide una visa temporaria especial y en los brasileños una de turista. Al llegar a los países, los refugiados deben tramitar su residencia.
Quedan exentos de presentación de pasaje de vuelta, comprobante de capacidad financiera o de empleo. Estos programas seguirán vigentes y serán prorrogados mientras persista el conflicto y la crisis humanitaria en Siria.
Los gobiernos de estos países no ofrecen asistencia financiera, de vivienda o para la inserción laboral de los refugiados, sino que estas actividades quedan en manos de una red de organizaciones de la sociedad civil que colaboran con los Estados, en las que tienen especial participación las comunidades sirias.
Además de esto, se están negociando acuerdos de cooperación en materia de refugio en ámbitos regionales, como Mercosur y Unasur, lo que ampliaría el ámbito de residencia de los refugiados. El agravamiento del conflicto en Siria y la ausencia de perspectivas de solución en el corto/mediano plazo lleva a que la coordinación multilateral de acogida a los refugiados sea una necesidad vital de toda la comunidad internacional. Por la dinámica de los conflictos actuales, los Estados deben actuar rápidamente, con instrumentos flexibles. Si bien queda mucho por hacer y mejorar, Brasil y Argentina ya han adoptado este tipo de política, colaborando con el pedido de la comunidad internacional. Esperemos que otras regiones puedan aprovechar estas experiencias para adoptar medidas acordes a su realidad.